Selección poética
ÍCARO
HAY UN hombre cayendo
constantemente
en el ascenso del pájaro.
Es cierto
Hay, en el canto del pájaro,
en su aleteo infatigable,
un hombre tocando fondo
Pero nunca ocurre lo contrario
Cuando el pájaro
expande
su
ausencia
y
como
puño
cerrado
encuentra
el
polvo
o
se detiene de golpe
para siempre en su sombra
Nadie sube
Nadie cae
otra vez
Todo se porta inmóvil
como la
V
E
R
T
I
C
A
L
I
D
A
D
APORTES PARA UN DEBATE CIENTÍFICO
EL VIENTO está en el hombre,
y el árbol inclinado
tiene sus raíces en él
Desde allí ambos expanden su sombra
es decir: están presentes, respiran
El pájaro también:
Comienza en el hombre y
en él emigra
porque el pájaro es, en definitiva,
la sombra mirando desde arriba
su forma humana.
Otra cosa es la soledad, compañeros
que, siendo suya también,
reside allende
Es decir:
No está en el hombre
su propio retiro
sino en su más allá
afuera
Les doy ejemplos:
en el vuelo del pájaro,
en la caída de las hojas o,
por qué no recurrir a ello,
en la invisible caravana del aire.
Se me objetará
-“¿Su cuerpo es la atroz distancia
entre él y su presencia mínima?”
No lo sé yo mismo
y admito que suena raro.
Pero,
dicho de otro modo (y así concluyo)
Todo reside
en el hombre,
salvo
el vacío
que
–dándole forma–
se niega a tocarlo.
Se me objetará
-“¡Señor...Usted está loco!”
Para Isaías Romero. Penúltimo profeta en Santander
EN EL NOMBRE DEL FUEGO
(1.El Desierto)
I
Y SI NACIÓ fuego
-aletargado-
¿Cuál sequedad reprocharle?
¿Cómo acusarle después por íngrimo y silente?
Poner a prueba su bondad,
¿para qué?
Si nació viejo
sin llanto
Por qué alegar su estado sólido
cada vez
-tratarle de intratable-
Al único inmortal
¡a qué escupir su permanencia!
qué es tan urgente a la aridez
¡Con qué nombres ser otros, entonces!
¡Salvarnos del paloseco,
del polvo...
con qué palabras
qué argumentos!
Cuál sombra iba a tener
Cuáles ríos
Si nació de golpe
urgido
Y de íntima
soledad incontestable
Y si nació fuego
-de aquel
por quien tú eres
también-
Llámalo: hermano
¡Quiérele!
pues tu sed
y el desierto
Son
de la misma
sangre detenida.
II
Levantarse en cada desaparición
Inundarse de ajena clausura
y conservar intacto el fuego las cosas
¡Oficio el tuyo, desierto!
¿Quién recuerda todavía
un nombre entre
tus predios?
La eterna pausa La inmortal espera
Oficio es distanciar la nada y la belleza
-no confundir su gemela lucidez-
¿ Otro como tú,
de aguante infinito,
existe al otro lado de la sombra?
¡Abrir las manos…
recibir el vacío de las horas!
Oficio es insistir en la ruina
el tuyo
de
caerse con las cosas
secarse en ellas
arder
entre sus blancas sílabas
¿Quién , como tú, se bautiza en la ceniza y
oculta que está vivo?
Oficio es empezar allí
donde la desesperanza
reside y hasta la lluvia ha claudicado su raíz.
DEL INCONVENIENTE DE NO SER Antífona
DIESTRO AL impartir justicia
el tiempo me habría regalado
el don para tocarte si quiera un día
Si yo pudiera descifrarte Partitura
¡Qué sería de mí si yo pudiera!
Si no estuviera muerto para la música
serías tú en mi voz
tanteando las esquinas del mundo
serías tú y no yo
la feliz bocanada
del silencio
Por qué no me otorgas reloj
un segundo de ese fuego
De yo ser Antífona
la que percute los negros aires del futuro
De yo ser Polifonio
el inexistente
reuniría de un arpegio a todo Babel
No me niegues, verdugo,
la virtud de otras palabras
¡Ah tiempo infame
tiempo perdido!
¿no entiendes lo que pasa?
Hay verdades que sólo pueden ser cantadas.
Freddy Ñáñez (1976)
domingo, 26 de noviembre de 2006
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